viernes, 28 de febrero de 2014

Reflexión Sobre la Inteligencia Emocional y algo mas...


Al finalizar la lectura de varios libros: Emociones e inteligencia Social de Ignacion Mongado, El Arte de la Prudencia de Baltasar Gracian y El Arte de la Seducción de Robert Greene.

 Inicie la lectura de estos libros, cuando los leía me sentía algo ahogada en pensamientos y confundida, pues me sentía algo arrastrada por mis emociones, ¡ Si ¡, siempre he estado arrastrada por mis emociones al punto de preguntarme algunas veces para que sirve la razón?.

La mayoría de las veces nos enfrentamos con los sentimientos y aunque nos dejamos llevar por los primeros terminando valorando la razón como punto de partida o de retorno. Es inquietante ya que entendemos que hay que anteponerla a los sentimientos, es lo que nos separa del instinto animal como dice Mongado “es un síntoma de sentido común, de madurez y de equilibrio personal”.

Pero, ¿hasta que punto tratamos de darle sentido común a lo que hacemos emocionalmente?. Es decir, te has preguntado la cantidad de veces que tomas decisiones emocionales justificándola con la razón. Intentamos continuamente de justificar con argumentos racionales las acciones emocionales de nuestras vida, es decir me siento molesta o con ira, porque me han engañado y tengo la razón.
           
            Muchas de esas dos situaciones abordan mi vida, por lo tanto, en estos momentos estoy realizando un análisis profundo entre lo razonable y mis emociones. Pero sin dudarlo toda nuestra vida esta inmersa en estos dos momentos al punto de que intentamos razonar las emociones. Siempre estamos hablando de cambiar, controlar, extinguir o rechazar algunas emociones, nos imponemos hacia ciertos sentimientos para lograr adquirir el equilibrio (Saludar amablemente a una compañera de trabajo o vecina sabiendo que la misma te ha hecho un daño o hablar mal de ti), debes aprender a rechazar las ganas de dirigirte a ella y enfrentarla con tus emociones, porque en todo momento debes de ser una persona racional, lógica y cauta. Además debes de rechazar cualquier sentimiento que no sea aceptable o que no tenga una base racional. Porque los sentimientos de frustración, envidia o el odio, aunque sean justificados pueden ser inevitable, pero poco reconfortables para quienes lo experimentan.

            Es importante destacar que apelamos a la razón, ya que podemos tener mas control sobre ella, pues los sentimientos son impuestos, la mayoría de las veces no podemos controlarlos o evitarlos (llorar en un funeral en donde no conoces el fallecido ni los familiares) y aunque podemos analizar una situación y decir ¡si lo piensas bien, no es para ponerse así! Esto es insuficiente para eliminar o anular los sentimientos indeseados.

            En la asignatura de desarrollo humano que imparto en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, llevo a mis estudiantes a analizar el libro “El arte de la prudencia” con la finalidad de que estos adquieran habilidades y control, que les permitan salir airosos ante situaciones difícil y conflictivas, que nos presenta el contexto en el que vivimos. Los mismos al igual que yo, analizamos los 300 aforismos que presenta el documento, intentando dar explicaciones a nuestros sentimientos para de esta manera controlarlos y poder guiar nuestro comportamiento.     

Es por esto, que es importante destacar que cuando nos referimos a la inteligencia, racional y emocional, podríamos decir en términos generales, que la Inteligencia Racional tiene más carga genética, está más influida por la herencia y por tanto es menos modificable. En cambio, la Inteligencia Emocional estaría más influida por el ambiente  y por tanto es más susceptible de ser modificada, tanto por nuestra propia voluntad como por agentes exteriores a nosotros en al igual como plantea Norberto Cuartero Requejo en su libro “Como Educar las Emociones”.

Es trascendental entender que no existe un mundo sin emociones, al punto de que estas son las que guían muchas de las conductas que reflejamos. Una de las cosas más difíciles es controlar las emociones y los sentimientos. Continuamente nos doblegamos dominados por un sentimiento llevándonos actuar de determinada manera. Muchas veces queremos tener el control de nuestras respuestas, pero no podemos y nos sentimos arrepentidos cuando sentimientos de ira, envidia, odios nos invaden al punto de no querer aceptarlos o darle una explicación racional que quizás no lo sea, (el acenso de una compañera de trabajo que no te agrada o la felicidad de una persona por encontrar un hombre con las cualidades que tu quisieras en el tuyo).

Lo bueno de todo esto, es que podemos aprender a educar nuestros sentimientos al punto de lograr vivir con la sensación de que, en la manera de lo posible, controlamos nuestra salud, nuestro tiempo, nuestra economía y nuestras emociones.

La educación emocional es la respuesta. Esta puede afectar a la incidencia, la intensidad, la forma y el contenido de las emociones, puede equilibrar reformar, modificar  esos sentimientos. Aprender a cambiar una emoción por otra mas fuerte es la  clave para lograr el control de nuestros sentimientos. Es decir utilizar la razón para cambiar los sentimientos negativos, convertir el odio en compasión, la frustración en el empeño de lograr metas, la envidia en respeto y admiración. Solo así podremos lograr el control de nuestras emociones.
El libro el arte de la seducción nos presenta algunos elementos claves para poder tener el control de las emociones de los demás,  entre los que quiero destacar:
Crear emociones básicas en los otros. Nunca promuevas tu mensaje con un argumento racional, directo. Apunta al corazón, no a la cabeza. Idea tus palabras e imágenes para despertar emociones elementales: lascivia, patriotismo, valores familiares. Es más fácil obtener y mantener la atención de la gente una vez que la has hecho pensar en su familia, sus hijos, su futuro. Esto la hace sentirse estimulada, elevada. Ahora tienes su atención, y el margen necesario para insinuar tu verdadero mensaje.

Habla el lenguaje de la victima: sé su cómplice. A toda costa, evita parecer superior. Cualquier insinuación de petulancia, el uso de palabras o ideas complicadas: todo esto es fatal. En cambio, aparenta ser igual a tus objetivos, y estar en términos íntimos con ellos.

Inicia una reacción en cadena: todos lo hacen. Actúa como si ya hubieras emocionado a gran cantidad de personas; tu conducta se volverá una profecía que se cumple sola. Da la impresión de estar en la vanguardia de una tendencia o estilo de vida, y el público se unirá a ti por temor a quedarse atrás.

Dile a la gente lo que es. En vez de intentar cambiar las ideas de la gente, trata de cambiar su identidad, su percepción de la realidad, y a la larga tendrás mucho mayor control sobre ella.

            Pero recuerda que somos seres racionales y que podemos lograr controlar nuestras emociones, educarlas, cubrirlas, engañarnos, pero esas emociones siempre estarán contigo.


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